II Con Intuición, esta esclava cambió su vida.

10.07.2025

Cuando Alí-Babá llega a su casa, entra en acción la esclava Luz Nocturna, que es como una hija adoptiva para el matrimonioAlí Babá le encarga que logre enterrar a su hermano como si hubiera muerto de muerte natural.

La cuñada está dispuesta a gritar su desesperación, pero él logra que se calle, prometiéndola que será su segunda esposa.

Luz Nocturna va a la tienda del mercader de drogas y pide una triaca, preparado específico para curar las enfermedades mortales. Le explica al mercader que Kassim está muy enfermo. Al día siguiente, le pide al mercader un electuario, un preparado que se administra a los enfermos sin esperanza. Mientras tanto, los rumores sobre la enfermedad repentina de Kassim se han esparcido por toda la ciudad, de manera que a nadie extrañan los llantos y gritos que salen de la casa de Alí Babá el día de la muerte oficial de su hermano Kassim. Luz Nocturna logra hacer pasar a un muerto por moribundo.

Ahora, Luz Nocturna se enfrenta con otro desafío: hacer pasar al despedazado Kassim por un muerto entero. Acude a un zapatero remendón para pedirle «un pequeño trabajo de costura», pero le tapa los ojos para conducirle a casa de Alí Babá. Le va dando monedas de oro para animarle en su trabajo. El zapatero logra coser al muerto hasta que parece un cadáver normal, al que pueden llevar en angarillas.

Mientras tanto, los ladrones han vuelto a la cueva y, al no ver los restos de Kassim, temen que, descubierto su secreto, pueden robarles sus riquezas acumuladas. Uno de los ladrones se presta a vestir el disfraz de derviche para enterarse de qué ha pasado. (Un derviche es un miembro de una fraternidad religiosa musulmán sufí de carácter ascético o místico)

Con alabanzas y monedas de oro, el falso derviche saca la información al zapatero, que habla de la proeza que ha realizado. Salen los dos y el zapatero encuentra la casa, mientras el falso derviche señala con tiza blanca la puerta de Alí Babá.

Luz Nocturna descubre la marca y decide señalar con tiza todas las casas. Cuando llegan los ladrones y ven que todas las puertas tienen la misma marca, el jefe ordena cortar la cabeza al que se ha ofrecido a disfrazarse de derviche.

Llega el segundo ladrón voluntario y vuelve a repetir la operación, trazando ahora un signo rojo. Luz Nocturna se apercibe y pone el mismo signo rojo en todas las puertas. El segundo ladrón más valeroso del grupo pierde también la cabeza.

El jefe de los ladrones decide tomar el asunto en sus manos. En lugar de señalar la puerta con una marca, encomienda a su memoria el lugar exacto de la casa. Les manda traer treinta y ocho tinajas grandes de barro cocido, barni­zado por dentro, de cuello ancho y de vientre redondo. Y han de estar vacías las treinta y ocho tinajas, excepción de una sola, que llenarán con aceite de oliva. Después, les ordena que se acurruque cada uno en una tinaja y él los conduce en caballos hasta el pueblo, disfrazado de mercader de aceite.

El jefe de los bandidos llega a la casa de Alí Babá y le pide alojamiento por una noche. Alí Babá no le reconoce; le acoge y le invita a cenar. Después, el huésped se retira un momento para decir a los ladrones que, cuando él golpee con una china cada tinaja, ellos saldrán de la tinaja con la cimitarra preparada. Luego, se echa a dormir.

Luz Nocturna se queda sin aceite y un criado le dice que no tiene por qué preocuparse. Puede tomar aceite de las tinajas que están llenas. Cuando mete el cazo en la primera, se encuentra con que golpea en duro y una voz humana le responde que va a salir. Ella se repone e, imitando la voz del jefe, le tranquiliza, diciendo que ya avisará. Comprueba que todas las demás tinajas están ocupadas por un hombre, menos una en la que está el aceite.

Llena el cubo más grande de la cuadra con aceite y lo pone a hervir. Después, vierte en cada tinaja aceite hirviendo, que deja sin vida a sus ocupantes. A medianoche, el jefe se despierta y tira una china a cada tinaja. Nada se mueve. Repite la operación y todo sigue inmóvil. Por fin, enciende un tallo de paja y recorre las tinajas, donde sólo ve muertos. Sale rápidamente de la casa.

Cuando se despierta Alí Babá, Luz Nocturna le explica lo que ha pasado esa noche y las anteriores, con las marcas blancas y rojas de las que no le había informado. Alí Babá sealegra y, acto seguido, entierran a los bandidos en una fosa común en el jardín, para no llamar la atención de los vecinos.

El jefe de los ladrones vuelve a la caverna y cavila la manera de vengarse. Días después, el hijo mayor de Alí Babá, que se había hecho cargo del negocio de su tío Kassim en el zoco, le dice a su padre que un mercader, Hussein, le ha invitado ya cinco veces y que es hora de corresponder. Alí Babá le contesta que le invite a cenar.

El huésped acepta, a condición de que no le sirvan alimentos con sal. Esto levanta las sospechas de Luz Nocturna. Alí Babá no reconoce a su huésped, el jefe de los bandidos, con su nuevo disfraz. Cuando está avanzado el banquete, aparece Luz Nocturna vestida de bailarina. Danza y danza hasta que se lanza sobre el huésped y le sepulta un puñal en su corazón. Después, demuestra que es el mismo jefe de los bandidos.

Alí Babá casa a Luz Nocturna con su hijo. Dejan pasar un año sin visitar la cueva. Por fin, Luz Nocturna sale para averiguar qué ha pasado con los dos ladrones que faltan y que ella ignora que perdieron sus cabezas. Su incertidumbre acaba cuando reconoce en qué estado se encuentran los alrededores de la cueva y nota que ha crecido la hierba y que no hay huellas. Entonces, entra con sus acompañantes y llenan tres sacos con joyas. Después, administran pausadamente sus riquezas y se convierten en los más ricos y honrados de la ciudad.

Comentario:

Luz Nocturna sabe lo que es la opinión pública de la ciudad y decide trabajar en los aspectos «informativos» -hacer pasar a un muerto por moribundo- y en los aspectos «técnicos - lograr que tomen a un cadáver despedazado por un hombre que ha fallecido de muerte normal, aunque rápida- .

En estas escenas, hay una lucha entre dos personajes , «intuidores», un término que emplea Eric Berne: el jefe de los ladrones y Luz Nocturna. Él se da cuenta del peligro que corre su banda, al haberse descubierto su gran secreto, y fija el gran objetivo de identificar a quien conoce el secreto de la cueva.

También sabe presionar, pero al modo de Las mil y una noches. Cuando se ofrece un voluntario, sabe que no basta con tener ingenio práctico. Lo que decidirá su suerte será el resultado que logre. Si no consigue dar con el poseedor del secreto, su cabeza será separada de sus hombros. Es el aspecto sanguinario y brutal que constituye una nota distintiva de estos cuentos árabes.

Mientras Kassim ha olvidado una de las dos palabras mágicas, *sésamo+, Luz Nocturna es muy diestra en captar las claves no verbales. Sherlock Holmes, el padre Brown, personaje que creó G.K. Chesterton, y el teniente Colombo, en una serie de televisión que duró, de forma intermitente, hasta 25 años y 69 episodios, también demuestran un gran dominio de esta destreza.

Después de captar la marca de tiza, Luz Nocturna pulveriza el valor informativo de esa marca en dos ocasiones.

En esta lucha entre intuidores, el jefe de los bandidos da un paso más y confía la información a su memoria. Ésta es muy importante en comunicación, porque los grandes comunicadores dominan el difícil arte de la espontaneidad. Hacen pasar como sencillos procesos muy complicados.

Después de obtener la información clave, el jefe de los ladrones la convierte en una estrategia muy ingeniosa para lograr el objetivo. Ahora, sólo él controla la información. Ordena a sus subordinados lo que tienen que hacer, pero paso a paso. No les dice cómo va a realizar la operación. Sólo les va indicando qué tienen que hacer en cada momento.

Napoleón obraba de un modo muy semejante antes de algunas batallas decisivas. Comunicaba a sus generales cuál iba a ser el plan de batalla, pero al día siguiente, antes de entrar en batalla, lo variaba, por si había habido alguna filtración o traición durante la noche.

Lo primero que nos llama la atención es que Alí Babá no reconoce al jefe de los ladrones, a pesar de haberlo visto cuando oyó pronunciar las dos palabras mágicas para abrir y cerrar la cueva. Está más concentrado en pensar que él era antes pobre y que ahora no puede negarse a ofrecer hospitalidad. Con lo cual, se parece a su hermano en que olvida algo tan importante como reconocer a un hombre decisivo en toda la historia. Los sentimientos le distraen. Podemos decir que es un «no maquiavélico», pues una de las características de estas personas es que se dejan distraer por los sentimientos.

Quien no se deja distraer es el jefe de los bandidos, que pasa a la segunda fase de su plan. Revela a cada uno qué es lo que tienen que hacer cuando él emplee la señal de lanzarles un chinarro.

La suerte favorece a Luz Nocturna, como también había intervenido a favor de Alí-Babá. El ruido físico e informativo de los ladrones acurrucados en las tinajas le hace comprender la comunicación latente. La sorpresa de comprobar que la tinaja carece de aceite no le impide recobrar la serenidad e, inmediatamente, improvisa la respuesta más adecuada. Después, pasa a la acción, demostrando también la fecundidad de su ingenio.

Cuando ya están muertos los treinta y siete ladrones, tiene la tranquilidad suficiente como para esperar a que se despierte Alí Babá y entonces le revela lo que ha pasado esa noche y las noches anteriores.